Le había gastado una broma. Una de tantas... Pero ella no tenía un buen día y no estaba para aguantarlas... así que me dijo:
- Pírate,nadie te dijo que vinieras.
-Vale- dije extrañado porque no me parecía para tanto lo que había dicho.
Cogí mi mochila y me dirigí hacia la puerta diciendo "te quiero".
De repente escuché unos pasos caminando rápido y pisando con fuerza detrás de mí. Me di la vuelta. Estaba entre enfadada y con rabia.
-Tú no me quieres, ¿por qué ibas a quererme? No me conoces de nada. Me dices te quiero como si fuera cualquier otra cosa. Y eso es muy grande.
-Claro que lo es- le respondí.
Y agarré su cara con las dos manos y la besé. Hacía mucho que quería hacerlo. Apreté fuerte mis labios contra los suyos. Me apartó de un empujón diciendo: "¿qué haces?¿ estás mal? Que tú no me gustas". Esta última frase la dijo despacio, marcando las sílabas.
-Está bien, entonces saldré y no me volverás a ver.
Cuando abrí la puerta para marcharme... una mano la cerró.
-Pero, ¿a dónde te vas ahora?¿Quién te dijo que te fueras?¿de qué vas?
-No hay quien te entienda, si no te gusto me voy y punto.
-Tú no entiendes nada,¿no?
-pero cómo lo voy a entender.
Ella resopló, me miró entornando los ojos. Siempre lo hacía cuando la desquiciaba y tenía que decir algo que no quería decir.
-No te lo voy a explicar.
-Pues me voy.
-Que te pares...¿por qué me haces esto?
-Pero, hacerte ¿el qué? Sino estoy haciendo nada.
-Pues esto- su mirada de repente se volvió triste y agachó la cabeza mirando hacia abajo.
-¿qué te pasa?- le pregunté con compasión. No entendía nada y no la quería ver mal.
-En verdad me importas. Eres gilipollas, ¿cómo no lo ves? Vete, vale, vete... haz lo que quieras - dijo mientras se daba media vuelta y se iba a la habitación.
Solté la mochila, tenía el ordenador dentro, pero no me importaba si se rompía. Esta vez era yo el que avanzaba rápido y pisando fuerte. Esta vez no me empujó cuando la besé.
Le dije que la quería otra vez. Esta vez se lo susurré al oído. La levanté del suelo y ella me rodeó con sus piernas por la cintura.
La dejé caer suavemente sobre la cama. Me quedé mirándola. Ella me miraba. Los dos estábamos pensando lo mismo. Ella asintió como dándome permiso para hacer lo que desde hacía tiempo queríamos. Me quité la camiseta y me dejé caer encima de ella. Le giré la cabeza hacia su lado derecho para besarle el cuello. Dejaba salir aire por mi boca para excitarla más. También le soplaba detrás de la oreja mientras mis manos se metían por debajo de su camiseta. Siempre había querido hacerlo. Estaba nervioso. Ella notaba los golpes que tenía en mi pecho. También notaba el bulto cada vez más duro que se abría paso en mi pantalón.
Le desabroché el sujetador y mis manos tocaron por fin sus pechos. Los pezones estaban duros. Encajaban perfectamente en mis manos. Estaba muy caliente. Quería vérselos. Comérselos. Llevaba queriendo hacerlo desde que la conocí. Seguí besándola mientras las tenía entre mis manos y las apretaba fuerte. A veces paraba y jugaba con sus pezones entre mis dedos pulgar e índice.
No quería apresurarme. Quería tomarme mi tiempo y que disfrutara.
Después de varios minutos comencé a bajar por su cuello hasta su pecho. Fue ella misma la que se quitó la camiseta. Yo terminé de quitarle el sujetador. Allí estaban. Redondas, perfectas. No habían caído ni un solo centímetro de su sitio.
Ella me había ido desabrochando el cinturón y después el pantalón para primero tocarme el pene por encima del calzoncillo y después directamente. Comenzó a moverlo arriba y abajo. Tuve que pararla. Me ponía muy cachondo y con nada que me hiciera aquello se podía acabar muy rápido. Le dije: deja que yo te haga todo. Y comencé a comerle las tetas. Mordisquitos en los pechos. Luego dejando sus pezones entre mis dientes mientras movía la mandíbula. Escucharla gemir me ponía todavía mucho más. La boca en un pecho. La mano izquierda en el otro. y con la mano derecha comencé a bajar mientras se metía entre sus bragas. Primero comencé metiendo un dedo. Reconociendo cada parte. Luego el segundo. Sus gemidos cada vez eran más fuertes dejando salir de vez en cuando un pequeño grito. Me cansé de que mi mano derecha tuviera el monopolio de aquella parte... así que comencé a bajarle sus shorts, y después sus bragas brasileñas. Iban a juego con el sujetador. Hasta eso lo tenía guapo la jodida. Una vez desnuda acerqué mi boca a sus muslos mientras mis manos volvían a encajar con la forma de sus tetas. Me cogió la cabeza con sus manos y empezó a pasar sus manos por mi cabello. Pronto empezaría a pasar mi lengua por el mayor de sus secretos mejor guardados. Fui pasando la lengua por todas las partes fijándome en qué sitio provocaba en ella más movimientos o cuando me agarraba más fuerte el pelo. Aproveché también para coger algún pliegue con mis labios y sorber... bajé mi mano derecha para introducirle un dedo mientras mi lengua seguía haciendo su trabajo. Se retorcía por momentos y aquello me encantaba. En el momento que ella ya no aguantaba más, me dijo: "Métemela ya, la quiero dentro, la quiero dentro." Lo decía a la vez que suspiraba, susurraba, hablaba consigo misma.
Fue ella quien terminó por quitarme el calzoncillo. Cogió la polla y después de darle unos cuantos movimientos arriba y abajo se la metió en la boca. Le pasó lengua por la punta. Se la volvía a meter entera. Yo me estaba mareando. Sabía lo que aquello significaba. Y ella también lo sabía. Levantó la mirada hacia mí y sonrió. Yo también sonreí susurrándole..."eres una cabrona"
La volví a tumbar sobre la cama. Le abrí las piernas y se la metí. Nunca había sentido tanto placer. Se me pasaron por la mente tantos momentos, tantos recuerdos... hacía mucho que la conocía y siempre había querido estar con ella en aquella situación. Mientras seguí con la polla dentro le levanté las piernas y las junté. Después las dejé apoyadas en mis hombros. Mientras seguía haciéndoselo le moví las piernas hacia la derecha. Dejando las piernas hacia la derecha y el cuerpo bocarriba. Apoyé mi mano derecha sobre su muslo y continué. Me encanta ver como se retorcía. Como se movían sus pechos. Como sus manos agarraban las sábanas. Cuando me di cuenta que no me quedaba mucho para terminar le dije que se pusiera en cuatro patas. Ella se movió al instante. Volví a meter mi pene por su sexo mientras la cogía por su cadera. La forma que tenía era hermosa. Estaba sudando y me dijo cuando vayas a terminar córrete en mis tetas. Aquello debilitó aún más las reservas que me quedaban. La agarré del pelo tirando de su cabeza hacia atrás. Pero segundos después ya estaba dejándole caer el semen por sus pechos. Estábamos sonriendo los dos. Sudorosos. Respirando ahogadamente. Suspirando. La besé cuando terminé.
Poco después estábamos metiéndonos en la ducha juntos. Otra vez.

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